Como los primeros y últimos esbozos del buen dibujante sobre su lámina, como los primeros y últimos golpes de martillo y cincel del buen escultor sobre la roca, como los primeros y últimos toques de gubia del buen artista sobre la madera, como los primeros y últimos enfoques del buen fotógrafo al paisaje, personaje u objeto… así han sido, de principio a fin, los movimientos de Jorge Martínez en el inicio, desarrollo y conclusión de su obra hoy sobre el piso de la coqueta plaza de tientas.
Mi reseña de hoy, tras la visita a la ganadería de Nazario Ibáñez en Yecla, y la posterior faena a un toro por parte del torero totanero Jorge Martínez.
Hoy hemos hecho un viaje de ida y vuelta, nos hemos traído un regalo a casa: a un torero grabado en la retina imponiéndose a un toro complicado. Estando en su lugar, con oficio, serenidad y conocimiento ha instruido al cuatreño, le ha metido y mecido en su virtuosa muleta, lo ha pasado de aquí para allá de la mejor manera, y ha conseguido embarcarlo con gran belleza y verdad en su mano y muñeca izquierda. Ha demostrado sobremanera su empaque de torero, -distinción o presencia respetable en la forma y en los modales-, y ha cerrado su tesis ante el respetable allí reunido con una valiente y decidida estocada, muy bien planteada y resuelta. La emoción (que como dijo Pepe Bergamín: “son los sentimientos en conmoción”), pero también la razón, -que escruta con criterio este arte y oficio-, nos han ayudado en la comprensión cabal de lo que hoy hemos vivido en su compañía.
¡Grande Jorge Martínez!
¡Grande este valeroso torero totanero!
Vicente Carreño Carlos.
Marzo 2023